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Bienestar

La hipertensión arterial en adultos podría iniciar en la infancia

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(HealthDay News) — Las semillas de la hipertensión en la adultez podrían sembrarse en la juventud, sugiere un estudio reciente.

Los niños y adolescentes con exceso de peso eran más propensos a tener hipertensión en la mediana edad, informan los investigadores.

De hecho, hay una relación lineal entre la hipertensión en los adultos y el sobrepeso y la obesidad infantiles, encontraron los investigadores.

Cuanto más pesado es un niño, o cuanto más peso aumenta durante la pubertad, más probabilidades tiene de tener presión arterial alta en la edad adulta, según muestran los resultados.

«Nuestros resultados sugieren que prevenir el sobrepeso y la obesidad a partir de la niñez es importante cuando se trata de lograr una presión arterial saludable en la vida posterior», señaló la investigadora principal, Lina Lilja, estudiante doctoral de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia.

La Organización Mundial de la Salud estima que casi 1.300 millones de adultos de 30 a 79 años tienen presión arterial alta, lo que aumenta su riesgo de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos y enfermedades renales.

Un índice de masa corporal alto en los adultos está fuertemente relacionado con la presión arterial elevada, pero no está claro si el exceso de peso en la infancia contribuye a este riesgo.

Para obtener más información, el investigador analizó datos de casi 1,700 suecos nacidos entre 1948 y 1968.

Para estas personas, las lecturas del IMC se tomaron entre los 7 y los 8 años y de nuevo entre los 18 y los 20. Los investigadores compararon esto con las lecturas de la presión arterial, sistólica y diastólica, tomadas entre el grupo de 50 a 64 años.

La sistólica se refiere al número superior en una lectura de presión arterial y se refiere a la cantidad de presión en las arterias durante un latido cardíaco. La diastólica es el número inferior y se refiere a la presión en las arterias cuando el corazón descansa entre latidos.

Por cada unidad de aumento en el IMC en la infancia, los hombres de mediana edad tuvieron un aumento de 1.3 puntos en la presión arterial sistólica y un aumento de 0.75 puntos en la presión arterial diastólica.

Los hombres también tuvieron un aumento de 1 punto en la presión sistólica y de 0.53 puntos en la presión arterial diastólica por cada aumento de una unidad en el IMC durante la pubertad, muestran los resultados.

De manera similar, las mujeres de mediana edad experimentaron un aumento de 0.96 puntos en la presión arterial sistólica y de 0.77 puntos en la presión arterial diastólica por cada aumento de una unidad en el IMC relacionado con la pubertad.

Sin embargo, no hubo ningún vínculo en las mujeres entre el IMC infantil prepuberal y la hipertensión posterior en la infancia.

Los investigadores presentarán sus hallazgos en el próximo Congreso Europeo sobre Obesidad, que tendrá lugar en Venecia a mediados de mayo.

«Aunque las diferencias en la presión arterial no son muy grandes, si la presión arterial se eleva ligeramente durante muchos años, puede dañar los vasos sanguíneos y conducir a enfermedades cardiovasculares y renales», dijo la investigadora , la Dra. Jenny Kindblom , del Hospital Universitario Sahlgrenska en Suecia.

Kindblom cree que el exceso de grasa en la infancia podría crear inflamación de bajo nivel y problemas en los vasos sanguíneos que promueven el desarrollo de presión arterial alta a medida que una persona envejece.

«Los niños y adolescentes que viven con sobrepeso u obesidad podrían beneficiarse de iniciativas específicas y modificaciones en el estilo de vida para reducir la carga sustancial de enfermedad asociada con la hipertensión en la edad adulta de enfermedades como los ataques cardiacos, los accidentes cerebrovasculares y el daño renal», planteó Lilja en un comunicado de prensa de la reunión.

Los hallazgos presentados en reuniones médicas deben considerarse preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre la obesidad infantil.

FUENTE: Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad, comunicado de prensa, 31 de marzo de 2024

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Bienestar

La maduración infantil: la importancia del tiempo y el respeto en el proceso propio de cada niño

La infancia, marcada por la exploración y el descubrimiento, a menudo puede verse influenciada por categorizaciones sociales y médico-psicológicas precipitadas. Cómo una profunda reflexión sobre la evolución natural puede beneficiar la salud mental de niños y niñas

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La niñez en general es etiquetada normativizada, lo que refuerza la idea de que existe una forma correcta de ser niño o niña, o una única manera de transitar la infancia. El apuro del mundo adulto en definir tempranamente desde la identidad hasta el padecimiento en la infancia, muchas veces haciéndolo coincidir con un diagnóstico, no respeta los tiempos ni la lógica del desarrollo infantil.

La precipitación en cómo se aborda la construcción de la identidad y se acompañan los padecimientos infantiles, pone en evidencia la disonancia entre los tiempos del desarrollo infantil y las expectativas adultas.

Ante esta realidad, emerge la importancia de impulsar abordajes más empáticos que prioricen la exploración de las condiciones psicosociales antes de proceder a clasificar e intervenir. El respeto por los tiempos de maduración, la empatía hacia las vivencias de angustia y el cuestionamiento de las prácticas de medicalización y etiquetado, surgen como principios fundamentales para custodiar el desarrollo sano y pleno de cada niño y niña, garantizando un apoyo que genuino que refleje la singularidad de cada trayecto vital.

Es fundamental respetar la singularidad de cada niño/a, reconociendo la diversidad en los procesos de desarrollo y evitando la imposición de diagnósticos que pueden estigmatizar o limitar el potencial de los menores (Imagen Ilustrativa Infobae)Es fundamental respetar la singularidad de cada niño/a, reconociendo la diversidad en los procesos de desarrollo y evitando la imposición de diagnósticos que pueden estigmatizar o limitar el potencial de los menores (Imagen Ilustrativa Infobae)

La noticia de comienzo de este año sobre el cierre de la clínica pediátrica de Tavistock en el Reino Unido y la prohibición de los llamados bloqueadores de pubertad ha generado un debate intenso en el ámbito de la salud mental infantil y adolescente, que todavía estamos teniendo.

Las clínicas de identidad de género en Inglaterra dejaron de recetar fármacos bloqueadores de la pubertad a los menores trans, según confirmó la Seguridad Social inglesa (NHS England). Estos fármacos detienen los cambios físicos de la pubertad, como el desarrollo de los senos o el vello facial, actuando sobre las hormonas: testosterona, progesterona y estrógeno. La decisión se produjo después de que la Seguridad Social inglesa encargara en 2020 una revisión independiente de los servicios de identidad de género para menores de 18 años.

“Es absolutamente correcto que los niños y jóvenes, que pueden estar enfrentando una gama compleja de problemas relacionados con su identidad de género, obtengan el mejor apoyo y experiencia posibles durante su atención”, afirmó la doctora Hilary Cass, a cargo del informe donde se asegura que un tratamiento médico no es necesariamente la mejor opción para la niñez trans y recomienda que no se les prescriba sin haber analizado previamente su salud mental o condiciones psicosociales. Lo más grave es que certifica que “no hay pruebas sólidas sobre los resultados a largo plazo de estas intervenciones para gestionar la angustia relacionada con el género”.

Desde una perspectiva psicoanalítica y de género, es imperativo examinar las etiquetas y prácticas médico-psicológicas hacia la niñez, promoviendo un enfoque más empático y menos intervencionista en el acompañamiento de su desarrollo

 (Imagen Ilustrativa Infobae)Desde una perspectiva psicoanalítica y de género, es imperativo examinar las etiquetas y prácticas médico-psicológicas hacia la niñez, promoviendo un enfoque más empático y menos intervencionista en el acompañamiento de su desarrollo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Desde una perspectiva psicoanalítica y de género, es crucial examinar críticamente tanto las etiquetas sociales como las prácticas médico-psicológicas que se han venido utilizando.

La identidad es un constructo complejo y multifacético, influenciado por una variedad de factores psicológicos, sociales y culturales, que no tiene un tiempo de culminación, pero sí un proceso que se debería respetar.

Las etiquetas imponen expectativas rígidas sobre cómo deben comportarse y expresarse los niños y niñas según su género, esto puede llevar a la invisibilización y la invalidación de las experiencias de aquellos que no se ajustan a ellas. También puede llevar a la toma de resoluciones de urgencia, que pueden generar daño en la salud mental.

Por ello, antes de etiquetar las experiencias, vivencias y angustias de los niños y niñas, es necesario explorar de manera más profunda las dinámicas inconscientes que subyacen a la construcción de la identidad, que es, como ya se dijo, multifacética.

La maduración infantil descrita como una serie de ajustes y desajustes subraya la necesidad de otorgar tiempo al desarrollo subjetivo, permitiendo a niños y niñas vivir sus propios procesos sin la presión de encajar en moldes predeterminados.

(Imagen Ilustrativa Infobae)La maduración infantil descrita como una serie de ajustes y desajustes subraya la necesidad de otorgar tiempo al desarrollo subjetivo, permitiendo a niños y niñas vivir sus propios procesos sin la presión de encajar en moldes predeterminados. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hace años asistimos también a la proliferación de múltiples y variadas herramientas (test, escalas y encuestas) producidas con el fin de diagnosticar diferentes problemáticas y experiencias que pueden presentarse en los niños y niñas. Algunos diagnósticos se realizan de manera online a través de multiple choice, sin ningún tipo de verificación. También hay infinidad de publicaciones que relatan, muchas veces de manera obscena, vivencias y padecimientos del dolor infantil.

Existe una notable insistencia en que todo debe encajar en algún lugar y muy tempranamente, binario – no binario, enfermedad – salud, cuando los procesos de maduración infantil no son tan radicales, ni tan sencillos ni rápidos.

Los procesos de maduración describen la evolución del yo, del sí mismo, de la personalidad y esta evolución implica fallas, conflictos, miedos y amenazas. Tanto como desajustes, ajustes y avances y retrocesos, por ello debe otorgarse tiempo al devenir subjetivo.

El periodo de maduración infantil es un proceso dinámico que incluye desajustes y conflictos, por tanto, es crucial permitir el tiempo adecuado para el desarrollo subjetivo sin apresurar diagnósticos o intervenciones  (Imagen ilustrativa Infobae)El periodo de maduración infantil es un proceso dinámico que incluye desajustes y conflictos, por tanto, es crucial permitir el tiempo adecuado para el desarrollo subjetivo sin apresurar diagnósticos o intervenciones (Imagen ilustrativa Infobae)

Los niños y niñas encuentran diferentes formas de denunciar su malestar, su padecimiento o la necesidad de más atención. Eso no significa que padezcan algún trastorno, todo lo contrario, son lo suficientemente sanos para alzar su queja de una manera que incomode para conseguir lo que necesitan.

He visto niños con el corazón roto por el desamor, diagnosticados y medicalizados por trastornos de atención y en realidad lo que denunciaban era la falta de atención del otro, del adulto que no podía sostenerlos. También he atendido niños que pueden ser capaces de cualquier cosa con tal de recibir amor y aceptación, hasta enfermarse.

En los últimos tiempos, y en una economía de tiempos y recursos, cualquier rastro de lo que puede ser diferente a lo esperable prende las alarmas, y nuevamente aparece el sujeto infantil examinado, cuestionado y clasificado para comodidad del mundo adulto.

Diagnosticar a niños con base en síntomas sin investigar las causas subyacentes puede llevar a errores que afecten su salud mental, subrayando la importancia de un enfoque cuidadoso y reflexivo en el manejo de sus vivencias y padecimientos.

(Imagen ilustrativa Infobae)Diagnosticar a niños con base en síntomas sin investigar las causas subyacentes puede llevar a errores que afecten su salud mental, subrayando la importancia de un enfoque cuidadoso y reflexivo en el manejo de sus vivencias y padecimientos. (Imagen ilustrativa Infobae)

“Sos esto, tenés aquello”, con la indicación de intervención para cambiarlo, que es lo mismo que decir “no deberías ser así” lo que implica una descalificación y un reto para la salud mental, especialmente cuando se encuentra en desarrollo.

Muchas veces la forma de gestionar el dolor en los niños y niñas llama mucho la atención, eso no significa que se encuentren enfermos o que requieran de tratamiento. A veces con el soporte y la empatía alcanza.

Si bien el diagnóstico en trastornos graves del desarrollo es fundamental porque da lugar a una oportuna intervención, no todo en la infancia es diagnosticable y etiquetable, porque tratamos con sujetos en desarrollo. Aquello que puede mostrarse en un momento como una anomalía y que puede traer padecimiento muchas veces es parte del crecimiento, la construcción de la identidad, las identificaciones y también la denuncia de situaciones dolorosas.

Erróneamente, se intenta ajustar las complejidades de la infancia a categorías binarias o diagnósticos definitivos, sin considerar la naturaleza gradual y no lineal del desarrollo infantil (Getty Images)Erróneamente, se intenta ajustar las complejidades de la infancia a categorías binarias o diagnósticos definitivos, sin considerar la naturaleza gradual y no lineal del desarrollo infantil (Getty Images)

La imposición de categorías diagnósticas o identitarias puede generar sentimientos de confusión, ansiedad y vergüenza en los niños y jóvenes que los reciben, y puede dejarlos coagulados en una clasificación de la que es difícil salir. Algunas veces estas imposiciones tienen el carácter de maltrato infantil.

Otras veces el diagnóstico constituye una forma de acceder a los derechos de los niños y las niñas, para que la obra social, la prepaga o el estado, a través de la salud pública, cubra los gastos para la estimulación de las capacidades. Cubra las necesidades especiales para que se recupere y sane y se sienta bien consigo mismo.

Otra secuela de las clasificaciones prematuras es la medicalización, que tiene como efecto, entre otras cosas, universalizar y homogeneizar a toda la población infantil que presenta supuestas disfunciones. No todos los niños y niñas que no se ajusten a lo establecido del ideal social, médico o parental pueden ser diagnosticados como sujetos con patología.

La urgencia en catalogar conduce a errores diagnósticos, como el sobre o subdiagnóstico del trastorno por déficit de atenciónLa urgencia en catalogar conduce a errores diagnósticos, como el sobre o subdiagnóstico del trastorno por déficit de atención

Un ejemplo de ello es el sobrediagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención (TDA). El diagnóstico está por encima de la prevalencia porque existe un medicamento que parece mejorar los síntomas de concentración y muchas veces es más fácil recomendarlo que investigar en profundidad qué le pasa al niño y niña, ¿qué están contando los síntomas? La urgencia en catalogar conduce a errores diagnósticos (sobre o subdiagnóstico), a dejar de lado aspectos relevantes, a no reunir la información suficiente para diseñar el mejor plan posible de intervención, que no siempre es la medicación.

Es prioritario el respeto por la singularidad de cada niño y niña, los tiempos, procesos y las operaciones y simbólicas. La prisa para que responda de tal o cual manera está ligada al ideal de los adultos, es adultocentrista. En la clínica nos encontramos con la difícil posición de los padres que muchas veces imaginaron a un niño que no es como su hijo. Esa discordancia entre el deseo y la realidad muchas veces se interpreta como una falla. Y cuando las supuestas fallas se presentan como trastornos y se interviene sobre ellos, ahí comienzan los problemas de salud mental para los niños y deja a los padres capturados en circuitos sin salida de decepción en decepción.

El proceso de subjetivación siempre cumple el mismo recorrido, pero también responde a ideales epocales. La intolerancia o la angustia de los padres, profesionales, maestros en relación con los tiempos singulares de cada niño van en contra de un proceso legítimo y auténtico de desarrollo.

Cuidemos la infancia porque es para siempre.

*Sonia Almada es Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO). Se especializó en infancias y juventudes en Latinoamérica (CLACSO). Participa como divulgadora de temáticas de infancias y juventudes en diferentes medios de comunicación. Fundó en 2003 la asociación civil Aralma desde donde impulsa acciones para la erradicación de todo tipo de violencias hacia infancias y juventudes y familias. Es autora de “La niña deshilachada”, sobre prevención de la violencia sexual en la infancia; “Me gusta como soy”, sobre prevención del acoso escolar de literatura LIJ y “La niña del campanario”, una obra de no-ficción.

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