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El paro no se levanta: la CGT desconfía del Presidente y quiere verse cara a cara con Milei

Los líderes sindicales que se reunieron la semana pasada con Guillermo Francos y Nicolás Posse saben que cualquier negociación con la Casa Rosada puede verse frustrada luego por el Presidente. El detrás de escena del anuncio de la medida de fuerza.

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Los dirigentes de la CGT que fueron a la Casa Rosada para su primer contacto oficial con el Gobierno lo hicieron con un tema cerrado: no darían marcha atrás con el segundo paro nacional y la marcha a Plaza de Mayo del Día del Trabajador. Pero esperaron al día siguiente para anunciarlo.

Sus interlocutores lo sabían y, por eso, no hubo ningún pedido formal. Solo hablaron de los temas conflictivos y las prioridades que planteó a sus funcionarios el presidente Javier Milei. Y, sobre todo, cómo harían para evitar una espiral ascendente de la protesta sindical. Vuelve a sobrevolar el fantasma de los 13 paros que la CGT le hizo al Gobierno radical de Raúl Alfonsín.

Milei no parece lo enojado que uno puede imaginar por la huelga del 9 de mayo. Cree que es una buena manera de conocer la temperatura social y medir fuerzas con un sindicalismo al que ubica en el centro de la casta. Confía en el importante índice de respaldo que mantiene en la sociedad.

Sin embargo, no estaría mal pegarle una hojeada a la historia de los paros para ver las bases del éxito de una protesta de esas características.

Se trata del funcionamiento del transporte. Según los dirigentes de la CGT, ya tendrían asegurada la adhesión total de los trabajadores de colectivos, trenes y subtes. Y es sabido que son fundamentales para dejar en sus casas a millones de personas, adhieran o no a la huelga.

La CGT confirmó un segundo paro para el 9 de mayo. (Foto: Prensa CGT)
La CGT confirmó un segundo paro para el 9 de mayo. (Foto: Prensa CGT)

Entre otras cosas, el paro sirve también para bajar el nivel de conflictos internos en la central obrera, producto del enfrentamiento entre moderados y combativos. Sobre todo si hay trabas en las paritarias de los gremios más poderosos y siguen los despidos en el Estado.

No solo los camioneros están en una compleja negociación con los salarios. También los metalúrgicos y otros gremios industriales.

Guillermo Francos se puso al frente de las negociaciones con la CGT y los gobernadores, en la previa al debate por la nueva Ley Ómnibus. (Foto: NA)
Guillermo Francos se puso al frente de las negociaciones con la CGT y los gobernadores, en la previa al debate por la nueva Ley Ómnibus. (Foto: NA)

Por esa razón, Hugo Moyano reemplazó a su hijo Pablo, de pésima relación con el Gobierno, y fue a la reunión del miércoles en la Rosada. Su presencia se hizo notar junto al sector de los denominados “gordos” o “históricos”, como Héctor Daer, Gerardo Martínez, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri.

Moyano se quedó un rato más en la Casa Rosada para tratar de destrabar la paritaria de Camioneros, su principal preocupación, que sigue estancada. Para eso fue.

Otros de los enfrentados con Milei, Luis Barrionuevo, dejó todo en manos del representante de los gastronómicos en la CGT, Carlos Acuña. Aunque fijó con anticipación su posición. “No nos van a dar nada. Solo promesas. Por eso hay que ponerle fecha al paro”, sostuvo ante sus pares.

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Estaban todos los que tenían que estar para hablar de la Ley de Bases, la reforma laboral, Ganancias, el futuro de las jubilaciones y el despido masivo de trabajadores contratados por el Estado.

Fueron tan directos los gremialistas en sus reclamos como el ministro del Interior, Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el secretario de Trabajo, Julio Cordero, en defender las órdenes de Milei.

La CGT duda que Javier Milei y Luis Caputo cumplan con los acuerdos. (Foto: Reuters/Matías Baglietto)
La CGT duda que Javier Milei y Luis Caputo cumplan con los acuerdos. (Foto: Reuters/Matías Baglietto)

El problema para los sindicalistas es el mismo que tienen los gobernadores: ¿se puede confiar en la palabra de esos funcionarios o, después, Milei y el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, harán otra cosa y recrudecerá el conflicto con la CGT?

Es por eso que decidieron avanzar con el plan de lucha y le pusieron fecha al paro. No ven en el horizonte razón alguna para levantarlo.

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Mientras tanto, van a monitorear cómo avanzan las negociaciones en el Congreso por la Ley de Bases. Los gremialistas tienen un contacto aceitado con los gobernadores peronistas y su respaldo al paro es vital.

Suelen decirles que el Pacto de Mayo que quiere firmar el Presidente es una trampa y que lo único que le interesa a Milei es aprobar sus leyes cuanto antes.

La CGT quiere verse cara a cara con Milei y también con Caputo. Y quiere escuchar de sus bocas hechos concretos y no promesas.

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No la vio

Milei tuvo su primer derrota importante, que le marca un límite a la idea del gobierno monotema y sin política.

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Tuvo mil instancias para evitar el tren bala que se lo llevó puesto este martes, pero no la vio. La última oportunidad desperdiciada fue la cadena nacional de la noche previa, aburrido espectáculo de autocelebración.

La impresionante marcha en defensa de la educación pública no es un Waterloo, pero hay que ver como reacciona el gobierno que tiene un gran talento para convertir inconvenientes en derrotas aplastantes (recordar caída de la ley ómnibus). La política bonzo de Milei, funcionó bien en la campaña, pero no existe un gobierno democrático posible sin pausas que abran espacios de acuerdo. La táctica vandorista de golpear para después negociar, incluye negociar.

El frenesí de retuits del Presidente contra la marcha, es la reacción esperable de Milei. Parte del show. ¿Pero atrás de ese impulso hay política? No parece. La ministra Pettovello reaccionó tarde y mal a un conflicto que se fue desplegando durante meses ante sus ojos.

Ahora la ministra quedó tecleando y en su entorno le echan la culpa a Toto Caputo que pisó los fondos, cosa que también es verdad. Es posible que caiga el secretario de Educación, Carlos Torrendel o el inefable subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro «Galleguito» Alvarez, hijo del fundador de Guardia de Hierro, un pionero en mezclar misticismo y política.

 

«Llegamos tarde y mal, pero se liberaron los fondos a las universidades, ya no hay tema, fue una marcha de la oposición que les salió bien, los felicitamos, pero a nosotros nos votaron», repetían este martes por la noche en la Casa Rosada, después del cimbronazo.

La negación suele ser la primera reacción después de una derrota fuerte. Pero el conflicto sigue porque los fondos que giraron resuelven mal, apenas el diez por ciento del gasto de las universidades, que son los gastos de funcionamiento. Quedan afuera los salarios docentes, que acumulan una brutal pérdida del 36% del poder adquisitivo en los últimos cuatros meses.

Falta política para desactivar los conflictos antes que empiecen y falta política para mantener el pulso cuando la pelea se vuelve inevitable.

El gobierno de Milei es monotema. Un vacío profundo se abre cuando lo sacan del equilibrio fiscal. Pero además, es limitado en su acción política. Manejar ejércitos de trolls puede parecer que se está haciendo política, pero no es lo mismo. Esta martes se vio en la calle. Milei nunca tuvo nada para confrontar con los líderes universitarios. Está sólo. El «armado» que ensaya Karina Milei con Lule Menem, es sobre todo un negocio para el riojano. No hay músculo real ahí.

«Caputo es el jefe de Gabinete del ministro de Economía Milei», retrata el cordobés Martín Llaryora al actual gobierno.

Falta política para desactivar los conflictos antes que empiecen y falta política para mantener el pulso cuando la pelea se vuelve inevitable. Ahora el gobierno descubrió que el peronismo se le subió a una protesta que inició el radicalismo universitario y cuando creía que la pelea con Yacobitti y Lousteau le sentaba bien, se encontró con una plaza reventada en la que además de las universidades movilizaron desde la CGT y los intendentes hasta la última de las organizaciones piqueteras.

¿Le «politizaron» la protesta universitaria? Hola Milei, ser Presidente es el trabajo más político que existe. La oposición hizo lo que hacen las oposiciones: buscó y buscó, hasta que encontró un ángulo. La presidencia en la Argentina es más parecido a correr una maratón por el desierto de Atacama, que al despliegue de una espléndida bliztkrieg austríaca.

El gobierno pasó de mirar la marcha con indiferencia sobrada al desconcierto. Confundir la tolerancia de una sociedad harta de la inflación, con un cheque en blanco para hacer cualquier locura, es una consecuencia lógica de rodearse de gente sin el olfato necesario para detectar incendios antes que empiecen, que es lo que necesita un presidente.

Milei venía agrandado y a su manera se lo dijo a Macri, la última vez que lo apuró para que fusione al PRO en La Libertad Avanza. «Mauricio creo que tenemos que hacerlo ahora, porque me va a ir bien y después los míos van a estar muy agrandados y no los voy a poder convencer que les hagan lugar a ustedes», le dijo.

Santiago Caputo no está tan convencido que estén condenados al éxito. El asesor más político del Presidente comenta en la intimidad que no cree que ocurra el rebote de la economía en V que pronostican Milei y su primo, el ministro. Por eso, ya se juntó dos veces con Macri. Pasó de ser el stopper que le decía «Mauricio este no es tu segundo tiempo», a buscar un acuerdo para cuando el cielo deje de acompañarlos. Hace bien, la Argentina es ese lugar donde fracasan todos los gobiernos.

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