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Opinión

El carro delante del caballo

Es una metáfora que sugiere que se está intentando avanzar en algo sin haber preparado o realizado primero los pasos necesarios para que tenga éxito

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El refrán “poner el carro delante del caballo” se utiliza para describir una situación en la que las cosas se hacen en un orden incorrecto o al revés de cómo deberían hacerse. Es una metáfora que sugiere que se está intentando avanzar en algo sin haber preparado o realizado primero los pasos necesarios para que tenga éxito. En otras palabras, es un recordatorio de la importancia de seguir el proceso adecuado y no precipitarse en las acciones.

El concepto fue introducido por William Shakespeare en su obra “El Rey Lear”, una tragedia que trata sobre los eventos que ocurren en la familia del rey cuando decide dividir su reino entre sus tres hijas en virtud de quién le demuestre mayor afecto, algo que resulta equivocado pues las dos que lo desprecian fingen su cariño para acceder a los bienes, mientras que la que verdaderamente lo quería, producto de su honestidad, termina siendo desheredada.

Traición, locura, sufrimiento y muerte son la secuencia de sucesos de ese libro, consecuencias de haber hecho las cosas en el orden incorrecto, sin seguir el proceso adecuado y actuando precipitadamente.

Claramente, Argentina se encuentra iniciando un camino hacia un cambio radical de modelo social y económico. No es objeto de esta nota hacer un juicio de valor sobre cuál es mejor o resulta más simpático, el sentido es analizar las formas en las que se pueden hacer los cambios y cómo se están haciendo.

¿Cuál es el cambio?

Más allá de cuestiones morales o filosóficas el cambio pasa por salir de un Estado omnipresente, principal empleador, deudor más grande del sistema financiero, mayor consumidor de insumos, inversor de primera instancia y quien fija márgenes y orienta consumos, hacia uno reducido a su menor expresión posible, tal cual lo pregonan los libertarios y anarcocapitalistas. Pasar del Estado que dice que todo lo resuelve y del que dónde hay una necesidad hay un derecho, a otro, en que los privados deben arreglar las cosas entre ellos, no es una tarea sencilla.

Pasar del Estado que dice que todo lo resuelve y del que dónde hay una necesidad hay un derecho, a otro, en que los privados deben arreglar las cosas entre ellos, no es una tarea sencilla

El Estado está de más y solo entorpece. Las necesidades son fruto de las circunstancias de las personas, en gran parte producto de sus propias responsabilidades y torpezas o por su falta de capacidad, por lo tanto cada uno debe resolver sus temas.

Sin entrar en detalle de cuáles son las medidas concretas que se deben tomar, en este punto destaco la forma y el timing en el que podrían ser aplicadas:

  • Hacer primero las reformas para reducir al Estado, es decir, que deje de ser el principal empleador, deudor, regulador, comitente o contratante;
  • Hacer en simultáneo reformas que reduzcan paulatinamente la intervención estatal, mientras se producen los cambios normativos que incentiven a la actividad privada para que ésta vaya compensando el rol que el sector público libera;
  • Empezar por las reformas que potencien la actividad privada, que permitan iniciar actividades económicas nuevas, contratar más gente, financiar proyectos de inversión a largo plazo y mejorar las condiciones de borde para dar previsibilidad a los inversores.

Habiendo transcurrido ya los primeros cien días del nuevo gobierno se observa que ha ido por la primera alternativa. Cada una de ellas presenta sus ventajas y dificultades.

La primera representa un salto al vacío, pues si bien se pueden hacer los cambios de rol en el sector público, nada garantiza que el sector privado haga su parte. Es más, difícilmente lo haga si las condiciones de inversión y marcos legales son los mismos que antes. Mucho menos si las modificaciones se realizan sin el debido consenso político que le daría un marco de sostenibilidad en el tiempo.

Existe un enorme riesgo de quedarse a mitad de camino, es decir, sin empleadores y con desempleados, sin inversión y con exceso de liquidez si el Estado cancela su deuda en moneda local sin que haya un sector privado que la pueda absorber con proyectos de inversión rentables (EFE)
Existe un enorme riesgo de quedarse a mitad de camino, es decir, sin empleadores y con desempleados, sin inversión y con exceso de liquidez si el Estado cancela su deuda en moneda local sin que haya un sector privado que la pueda absorber con proyectos de inversión rentables (EFE)

Existe un enorme riesgo de quedarse a mitad de camino, es decir, sin empleadores y con desempleados, sin inversión y con exceso de liquidez si el Estado cancela su deuda en moneda local sin que haya un sector privado que la pueda absorber con proyectos de inversión rentables, algo que podría acelerar el proceso inflacionario por la búsqueda de divisas para resguardar el poder adquisitivo del dinero.

En cambio, si las reformas se hacen en simultáneo, generando acuerdos entre los factores de poder para que los cambios sean acompañados por la mayoría, el desafío pasaría, entonces, por manejar quirúrgicamente el avance del sector privado en los espacios que va dejando en público. Algo que si bien es posible parece muy difícil para el sector privado, tanto local como internacional, que demanda señales sostenidas en el tiempo. Argentina ha incumplido los contratos reiteradamente.

Este cambio de rumbo también podría representar la ruptura de contratos, por eso hay que mostrar primero y pedir después.

Las crisis de crecimiento son más llevaderas y fáciles de resolver que la de recesión sostenida

La tercera vía, esa que propone primero acomodar la legislación y las cuestiones que fomentan a la actividad privada, tales como los incentivos a la contratación de personal, reducciones impositivas o créditos para la inversión a largo plazo, todo en un entorno de estabilidad monetaria, permitiría una transición más suave y ordenada para el cambio de modelo. Un sector público que impulsa el desarrollo privado, que para eso necesita recursos, mientras que desalienta la permanencia y la actividad dentro del Estado. El riesgo de este modelo pasa por el posible recalentamiento de la economía estando los dos sectores activos y sostenidos.

Sin embargo, las crisis de crecimiento son más llevaderas y fáciles de resolver que la de recesión sostenida. Por eso, volviendo al inicio de la nota, es necesario y productivo que el caballo vaya por delante del carro porque de otra forma difícilmente pueda avanzar.

El orden correcto

Es fundamental hacer las cosas en el orden correcto, siguiendo los procesos adecuados y sin actuar precipitadamente para evitar las consecuencias por las que atravesó el Rey Lear, traición, locura, sufrimiento y muerte.

Cuidado con los falsos aduladores oportunistas y escuchar a quienes verdaderamente quieren al país, que son la enorme mayoría de los ciudadanos que están poniendo el lomo, perdiendo el poder adquisitivo de sus ingresos, licuando sus ahorros, acompañando a los incrementos en tarifas, preocupados por la continuidad en sus empleos, saliendo de un modelo de país, para entrar a otro, que por ahora es incierto.

El autor es director en Fundación Iberoamericana de Telemedicina

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Opinión

No la vio

Milei tuvo su primer derrota importante, que le marca un límite a la idea del gobierno monotema y sin política.

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Tuvo mil instancias para evitar el tren bala que se lo llevó puesto este martes, pero no la vio. La última oportunidad desperdiciada fue la cadena nacional de la noche previa, aburrido espectáculo de autocelebración.

La impresionante marcha en defensa de la educación pública no es un Waterloo, pero hay que ver como reacciona el gobierno que tiene un gran talento para convertir inconvenientes en derrotas aplastantes (recordar caída de la ley ómnibus). La política bonzo de Milei, funcionó bien en la campaña, pero no existe un gobierno democrático posible sin pausas que abran espacios de acuerdo. La táctica vandorista de golpear para después negociar, incluye negociar.

El frenesí de retuits del Presidente contra la marcha, es la reacción esperable de Milei. Parte del show. ¿Pero atrás de ese impulso hay política? No parece. La ministra Pettovello reaccionó tarde y mal a un conflicto que se fue desplegando durante meses ante sus ojos.

Ahora la ministra quedó tecleando y en su entorno le echan la culpa a Toto Caputo que pisó los fondos, cosa que también es verdad. Es posible que caiga el secretario de Educación, Carlos Torrendel o el inefable subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro «Galleguito» Alvarez, hijo del fundador de Guardia de Hierro, un pionero en mezclar misticismo y política.

 

«Llegamos tarde y mal, pero se liberaron los fondos a las universidades, ya no hay tema, fue una marcha de la oposición que les salió bien, los felicitamos, pero a nosotros nos votaron», repetían este martes por la noche en la Casa Rosada, después del cimbronazo.

La negación suele ser la primera reacción después de una derrota fuerte. Pero el conflicto sigue porque los fondos que giraron resuelven mal, apenas el diez por ciento del gasto de las universidades, que son los gastos de funcionamiento. Quedan afuera los salarios docentes, que acumulan una brutal pérdida del 36% del poder adquisitivo en los últimos cuatros meses.

Falta política para desactivar los conflictos antes que empiecen y falta política para mantener el pulso cuando la pelea se vuelve inevitable.

El gobierno de Milei es monotema. Un vacío profundo se abre cuando lo sacan del equilibrio fiscal. Pero además, es limitado en su acción política. Manejar ejércitos de trolls puede parecer que se está haciendo política, pero no es lo mismo. Esta martes se vio en la calle. Milei nunca tuvo nada para confrontar con los líderes universitarios. Está sólo. El «armado» que ensaya Karina Milei con Lule Menem, es sobre todo un negocio para el riojano. No hay músculo real ahí.

«Caputo es el jefe de Gabinete del ministro de Economía Milei», retrata el cordobés Martín Llaryora al actual gobierno.

Falta política para desactivar los conflictos antes que empiecen y falta política para mantener el pulso cuando la pelea se vuelve inevitable. Ahora el gobierno descubrió que el peronismo se le subió a una protesta que inició el radicalismo universitario y cuando creía que la pelea con Yacobitti y Lousteau le sentaba bien, se encontró con una plaza reventada en la que además de las universidades movilizaron desde la CGT y los intendentes hasta la última de las organizaciones piqueteras.

¿Le «politizaron» la protesta universitaria? Hola Milei, ser Presidente es el trabajo más político que existe. La oposición hizo lo que hacen las oposiciones: buscó y buscó, hasta que encontró un ángulo. La presidencia en la Argentina es más parecido a correr una maratón por el desierto de Atacama, que al despliegue de una espléndida bliztkrieg austríaca.

El gobierno pasó de mirar la marcha con indiferencia sobrada al desconcierto. Confundir la tolerancia de una sociedad harta de la inflación, con un cheque en blanco para hacer cualquier locura, es una consecuencia lógica de rodearse de gente sin el olfato necesario para detectar incendios antes que empiecen, que es lo que necesita un presidente.

Milei venía agrandado y a su manera se lo dijo a Macri, la última vez que lo apuró para que fusione al PRO en La Libertad Avanza. «Mauricio creo que tenemos que hacerlo ahora, porque me va a ir bien y después los míos van a estar muy agrandados y no los voy a poder convencer que les hagan lugar a ustedes», le dijo.

Santiago Caputo no está tan convencido que estén condenados al éxito. El asesor más político del Presidente comenta en la intimidad que no cree que ocurra el rebote de la economía en V que pronostican Milei y su primo, el ministro. Por eso, ya se juntó dos veces con Macri. Pasó de ser el stopper que le decía «Mauricio este no es tu segundo tiempo», a buscar un acuerdo para cuando el cielo deje de acompañarlos. Hace bien, la Argentina es ese lugar donde fracasan todos los gobiernos.

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