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Ferraresi también desafía a los intendentes del conurbano y suma a Othacehé

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Jorge Ferraresi ya no solo arremete contra Máximo y Cristina Kirchner, también suma como aliados a críticos de los intendentes peronistas del conurbano. Por caso, se abraza a Raúl Othacehé, enemigo de Gustavo Menéndez en Merlo.

 

 

 

El intendente de Avellaneda se aventura a una carrera para ser el sucesor de Axel Kicillof en el gobierno de la provincia. Le discute el poder a La Cámpora en la provincia, pero también se enfrenta con los intendentes del peronismo.

 

 

 

Es que Othacehé es un feroz crítico de Menéndez, quien le arrebató la intendencia tras ser durante 24 años el mandamás de Merlo. «En vez de buscar ser gobernador con el Tano, arma por afuera con Othacehé», se quejan en el peronismo.

 

 

 

El año pasado, Othacehé intentó volver a la intendencia a través de un armado vecinal. El ex intendente pasó el filtro de las PASO con el 10,8%, pero quedó muy lejos de los 32 puntos de Menéndez y los 23 puntos que sumaron Juntos y La Libertad Avanza.

Axel evitó criticar a Cristina y buscó polarizar con Milei

 

Las acciones de Ferraresi empezaron a generar malestar en el conurbano. Es que el alcalde de Avellaneda no es el único referente en campaña. Gabriel Katopodis comenzó a amasar una candidatura recorriendo varios distritos de la provincia. Sergio Berni hace lo propio presencia en medios y canales de streaming.

 

Cada uno hace su juego, sin sumar conflictos dentro del peronismo. Algo que sí hace Ferraresi.

 

Detrás del armado «vintage» de Ferraresi está Baldomero ‘Cacho’ Álvarez, quien fuera intendente de Avellaneda entre 1991 y 2009. Juntos intentan reflotar La Juan Domingo, una agrupación surgida en 2012 en el seno del sciolismo para disputarle poder a La Cámpora que por entonces ganaba espacios en la provincia.

Pacha Othacehé, Raúl Othacehé, Jorge Ferraresi y Baldomero Álvarez.

 

Días atrás Ferraresi y Baldomero encabezaron un encuentro en Mar del Plata. Allí estuvieron Alberto Pérez (ex jefe Gabinete de Daniel Scioli), Oscar Cuartando (ex ministro de Trabajo) y Nora De Lucía (ex ministra de Educación).

 

«Hace varios años que dijimos lo que podía pasar en el país si se actuaba sectariamente. Deberán quedar atrás esas mezquindades», dijo Manino Iriart un dirigente crítico de La Cámpora y anfitrión en Mar del Plata.

 

Alberto Pérez fue más allá. Elogió a Kicillof y lo ponderó como candidato a presidente. «Durante su gestión construyó escuelas, hospitales, creó trabajo y fue reelecto. Hoy es un hombre importante del peronismo para la provincia y a nivel nacional», dijo.

Es curioso el elogio contundente de Pérez a Kicillof, mientras Scioli ocupa la secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes del gobierno de Javier Milei.

 

Durante su gestión, Kicillof construyó escuelas, hospitales, creó trabajo y fue reelecto. Hoy es un hombre importante del peronismo para la provincia y a nivel nacional.

 

Ferraresi es uno de los intendentes que rompió con Cristina y que promueve el liderazgo de Kicillof en el peronismo. El intendente arremetió contra Máximo tras la elección de octubre pasado, molesto por no tener lugares en las listas en la provincia de Buenos Aires.

 

El sábado, Ferraresi organizó un acto en Isla Maciel, mientras que su par de Ensenada, Mario Secco, estuvo al frente de otro en el Puerto La Plata. Ambas actividades buscaron dar volumen a ese espacio crítico del presidente del PJ bonaerense y la ex presidenta.

 

Por supuesto que en ninguno de los dos actos hubo presencia camporista. La agrupación de Máximo Kirchner copó Quilmes, donde Mayra Mendoza armó un acto con Cristina Kirchner como principal oradora.

 

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Politica

¿Un plan o un sueño?: Macri, Cristina y demás problemas de la oposición para dejar de ser comparsa

El Ejecutivo intenta capitalizar las diferencias en Unión por la Patria, la UCR y el PRO y rivalizar únicamente con el peronismo de cara a las legislativas del año que viene. Los movimientos de Cristina Kirchner y Mauricio Macri.

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Entre los principales recursos con los que cuenta Javier Milei, tanto en el terreno electoral como, más todavía, en la disputa por definir el rumbo que tome el país, se suele destacar el flaco papel que han venido haciendo, y tal vez sigan haciendo, los demás partidos.

¿Ello obedece a que estos no tienen ni tendrán nada nuevo para ofrecer al país, son solo rémoras de un pasado que acumuló demasiados fracasos, o a que sus viejos líderes, demasiado desgastados por esa acumulación de fracasos, deben hacerse cuanto antes a un lado para permitir su renovación?

El oficialismo se inclina por lo primero. Y el horizonte político que desea para el país así lo evidencia. Lo dejó bien en claro en una reciente entrevista Patricia Bullrich, exladera de Mauricio Macri y de momento puntal de la construcción política de Milei, tal vez solo superada en ese rol por su hermana Karina y por el ministro Francos. Bullrich lanzó allí un pronóstico sobre las próximas elecciones legislativas, que pretende ser más que eso, quiere ser un plan: “En 2025 va a haber dos propuestas, la del cambio y la retrógrada”, dijo. En pocas palabras, Bullrich y el Gobierno esperan que el año que viene compitan solamente sus listas y las del kirchnerismo, que no haya nada en el medio.

Este plan oficial, en concreto, les permitiría lograr dos objetivos. Primero, que el peronismo siga bajo la hegemonía del kirchnerismo, en lo posible de la propia Cristina, y no surja entonces de allí nada más innovador para atraer a los electores. Segundo, que todas las fuerzas políticas moderadas o de centro, desde el radicalismo y el peronismo disidente hasta el mismo PRO, sean absorbidas por LLA o se vuelvan irrelevantes, porque sus votos migren masivamente, como ya sucedió en la segunda vuelta del año pasado, hacia los candidatos que ofrezca el mileismo.

 El Gobierno espera que el año que viene compitan solamente sus listas y las del kirchnerismo, que no haya nada en el medio. (Foto: REUTERS/Matias Baglietto)
El Gobierno espera que el año que viene compitan solamente sus listas y las del kirchnerismo, que no haya nada en el medio. (Foto: REUTERS/Matias Baglietto)

Ahora bien, ¿es este un plan o solo un sueño? ¿Va a encontrar el partido oficial el impulso suficiente de la economía para moldear la competencia hacia esta escena soñada? Habrá que ver. De momento lo está intentando, y lo cierto es que recibe bastante ayuda, no tanto de la economía, al menos de momento, como de los demás actores políticos.

En las últimas semanas, han llamado la atención de los observadores los intentos bastante desesperados tanto de Cristina como de Macri por volver a la escena, recuperar protagonismo ante el Gobierno, y también frente a actores con ellos en competencia por destacar en sus respectivos espacios.

Cristina lo viene haciendo con una regular intervención semanal, en actos masivos que se parecen bastante a los que hacía mientras fue vicepresidenta, y se vio ya para lo que le pueden servir: de bastante poco o nada.

Macri, por su parte, está buscando hace meses la quinta pata al gato para darle impacto a su recontra anunciado regreso a la presidencia del PRO, sin mayor éxito. Tal vez por haberse resignado paulatinamente a no contar en esta operación con la compañía de otras figuras importantes de su partido, como la propia Bullrich, o Larreta, tampoco los gobernadores Rogelio Frigerio o Nacho Torres, o siquiera de su primo Jorge.

Mauricio Macri. (Foto: NA / Mariano Sánchez)
Mauricio Macri. (Foto: NA / Mariano Sánchez)

En ambos casos se trata de líderes que creen seguir siendo imprescindibles para mantener unidas y en pie a sus respectivas fuerzas. Pero que por eso mismo obstruyen la posibilidad de que estas se renueven, suelten el lastre acumulado por los errores y los fracasos acumulados en los últimos años, y ofrezcan liderazgos y propuestas tal vez un poco más competitivos frente a Milei y su gente.

En el caso de Cristina, es evidente, sus intervenciones no solo están dirigidas a aprovechar lo que cree es un momento crítico para la consolidación del proyecto del Presidente, y la oportunidad que piensa se le abrió al respecto con la marcha universitaria, sino a combatir la amenaza de una rebelión interna contra sus seguidores más fieles, los de La Cámpora. Y entre esas amenazas internas destaca la de Axel Kicillof. Quien, para irritación de la señora, se viene sacando fotos con todo el mundo, desde la cúpula de la CGT hasta los gobernadores de JxC Torres y Pullaro, algo que, claro, Cristina no puede hacer ni emular: hace años que solo se saca fotos con ella misma. Y por más que lo de Kicillof no vaya mucho más allá de la foto, supone una amenaza suficiente para ella: debe sentirse más sola que nunca, y saber que ya nada le garantiza que, en ese giro al centro del gobernador bonaerense, no se esconda, en lo que le toca, un nuevo abandono a su suerte en los tribunales, y para su gente, la marginación en las próximas listas de candidatos.

Cristina Kirchner. (Foto: AFP)
Cristina Kirchner. (Foto: AFP)

En cuanto a Macri, lo ha intentado todo para evitar su sucesión, y sigue tratando que algo le funcione. Decidido a pasar por alto un hecho cada vez más palmario: entre los dirigentes no kirchneristas es solo superado por Larreta Lousteau en su índice de rechazo en las encuestas. Retomar la presidencia partidaria no va a resolver ese problema, puede agravarlo, y perjudicar aún más a su partido. Tal vez la única forma de evitarlo sería, una vez que esté al frente, organizar las cosas para hacer bien lo que hizo mal en 2019 con Bullrich: prepararle el terreno a un sucesor, que debería ser ahora necesariamente uno de los gobernadores, y dar un definitivo paso al costado.

Pero la política argentina es muy curiosa, todos la sufren, pero nadie quiere abandonarla. Seguramente porque esperan que los ciclos de inestabilidad, las crisis recurrentes y los frecuentes ataques de amnesia que la caracterizan jueguen a su favor, y les ofrezcan una nueva oportunidad. Detrás de ese sueño han ido infinidad de “ex”, insistiendo hasta el final en ser todavía promesas. La enorme mayoría, sin éxito, para desgracia de sus seguidores y ventaja de sus adversarios. Milei debe estar muy agradecido.

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