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Opinión

Qué quiere Javier Milei?

Este artículo no me hará popular. Plantearé una coyuntura distópica de mediano plazo para la vida política argentina. Es probable que nada de lo que indique vaya a ocurrir, como en un juego de cartas en las que una composición determinada pueda no darse en ninguna mano. Pero las cartas que señalo están en el mazo, no son imaginarias.

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Mi análisis no depende de ninguna innovación de Milei, sino más bien de una conjugación de naipes desafortunada y peligrosa en una mano en la que factores aleatorios los pongan todos juntos. En ese sentido, no habría sorpresas. Si escribo lo que sigue es para expresar mi inquietud porque esto sería posible, y para enfatizar que nadie que comparta esta preocupación debería quedarse de brazos cruzados.

Milei y la consulta popular

Apenas una quincena después de haber asumido la Presidencia, Javier Milei retomó un tema sobre el cual, si bien luego no avivó el fuego, tampoco apagó las brasas. Más bien lo apuntaló con ideas complementarias. Descartando implícitamente cualquier alternativa de gobierno en coalición o de entendimientos parlamentarios estables, exhumó, ante la obvia adversidad de los números para la producción legislativa, la perspectiva de activación de instrumentos institucionales de consulta directa a la ciudadanía.

El ministro Francos le entregó a Martín Menem el primer proyecto de ley Ómnibus. (Foto: X)
El ministro Francos le entregó a Martín Menem el primer proyecto de ley Ómnibus. (Foto: X)

¿Cómo iba a resolver el problema si la casta se negaba a acompañar sus iniciativas? Muy simple, llamaría a un referéndum o a un plebiscito. A esta altura, uno no puede dejar de preguntarse si el presidente recurre a esos términos por ignorancia o por mendacidad. El lector no desconoce que la Constitución Nacional vigente permite a un presidente sólo la convocatoria de una consulta popular no vinculante, de voto no obligatorio.

Claro, en la retórica presidencial, ser así de preciso da mucho trabajo y no sirve para nada. ¿Consulta no vinculante? Qué diablos, referéndum, plebiscito, son términos que cargan una intensidad semántica poco común, se prestan mucho mejor a lo que el Presidente quiere.

¿Qué quiere el Presidente?

A mi juicio, to pave the way (pavimentar el camino). Quizás no tenga una visión precisa de dónde desea llegar. Eso dependerá de las circunstancias, pero sí del rumbo por el que ha de encontrar lo que busca. Intuye que el clima político que él mismo ha polarizado le es en gran medida favorable. Como si las experiencias históricas no nos dijeran nada, el mal de la radicalidad está incrustado en nuestra cultura política. De allí que la determinación y la velocidad parezcan a tantos muy apropiadas. Y con eso pueden contar los presidentes; por eso es que cuesta negar la aprobación de un galáctico DNU cuando la opinión pública frunce el ceño esperando que se haga lo que es debido, o aplauda un ajuste porque no tiene antecedentes en el mundo entero.

De allí que si evocar instrumentos de gran intensidad potencial como el referéndum o el plebiscito es el primer paso, el segundo es profundizar la separación de la gente y la casta. El ya manido “principio de revelación”, es más que un mero recurso para racionalizar como éxito, un fracaso en terreno legislativo. Es un nuevo paso en el camino, esta vez identificando a quienes están en su contra, dividiendo las aguas. “Nosotros mandamos los proyectos. El que quiere unirse, que lo haga. Si no salen, seguiremos insistiendo. Si no los votan, nos servirá para reafirmar la idea de que los políticos son gente que no quiere que la Argentina cambie. Eso nos suma para la política y para nuestra campaña”, dice alguien que oficia de protagonista y analista al mismo tiempo.

De allí que el tercer paso sea reforzar la constitución de un enemigo: quien no está con “nosotros” está contra la Patria, el pueblo, o es un traidor. Calificaciones entre muchas otras que están dichas, y/o escritas, y todas publicadas. Ni en los tiempos kirchneristas más cargados de odio era posible insumir tanto veneno político.

Pavimentar el camino

Insisto: este no es el escenario de llegada; es el camino que se está pavimentando. El suministro de veneno, valga la redundancia, envenena: envenena la vida política, la vida en común, los lazos sociales, débiles en cualquier país del mundo pero más y más frágiles entre nosotros. Los funcionarios de Presidencia explican que Milei quiere bajar la inflación y recuperar el control de la calle. Esto último es inquietantemente ambiguo. Tener el control de la calle es conseguir que los grupos que tradicionalmente la han dominado estén planchados. Y valerse para eso de un mecanismo de pinzas: inhibir los dispositivos operativos –mediante zanahorias y palos, figurativamente hablando– de movilización, por un lado, y cambiar el clima, hacia uno más represivo, no tan figurativamente hablando, por otro.

El camino podrá estar, entonces, jalonado por un activismo simbólico y discursivo tan intenso como carente del menor pudor. Valgan como ejemplo el cambio de nombre del Salón de la Mujer, o la narrativa crasamente sesgada que se volcó oficialmente el 24 de marzo, o la desfachatez de sugerir, el 2 de abril, que si las Malvinas no han vuelto “a manos argentinas”, ha sido porque “nadie tomaría en serio el reclamo de defaulteadores seriales, corruptos, o dirigentes políticos que más que una visión de país, defienden un modelo de negocios”.

El ministro de economía, Luis Caputo (Foto: Daniel Vides/NA).
El ministro de economía, Luis Caputo (Foto: Daniel Vides/NA).

Todo esto podrá ser complementado con acciones, que habrán de deslizarse en el camino ya pavimentado, orientadas a proporcionar el marco para un populismo más asumido, digamos, no solamente más activista en términos de decisionismo (decretismo, emergencia y delegación) y coacción presidencial sobre la casta, sino también de respaldo de masas, a través, sea de consultas populares no vinculantes (art. 40 CN), sea de iniciativas populares (art. 39 CN), sea de poner gente en la calle (es poco más o menos la misma cosa) y la consiguiente presión sobre las diferentes castas.

Aunque sea difícil establecer de antemano los tiempos así como prever las trayectorias específicas del rumbo aquí esbozado –muy a disgusto–, no es imposible imaginar algunas configuraciones. Una de ellas podría ser impulsada por una resistencia tozuda de la inflación a caer por debajo del 7% mensual en lo que resta del año. Si así fuera, se ingresaría en un contexto político delicado para el gobierno, tanto en términos de popularidad como de disposiciones cooperativas de las fuerzas políticas que componen la casta. Parafraseando a Caputo, es probable que la apuesta de Milei sea mantenerse ajeno al “juego político habitual”. Noticia doblemente mala: la inflación seguirá alta y el gobierno seguirá apartado de la política de composición.

De seguirse por este camino improbable pero no imposible, resulta claro que se acrisolaría una forma coalicional nueva, que podría expresarse, para comenzar, en las elecciones de 2025.

Si en una mano las cartas se le dan al Presidente como aquí me temo, el juego, de cualquier modo, podría salirle bien o mal. En el primer, caso la Argentina entraría, en mi opinión, a un nuevo callejón (sin haber salido de aquel en que está). Si le sale mal, Milei experimentará la gloria “de haber sido el único que se atrevió”, valientemente.

En cualquier caso, conoceremos una nueva edición del “triunfo de la voluntad”, del héroe por encima de los mediocres y las instituciones, en una época en la que el mundo entero parece haberse convencido de que las instituciones no son nada y los hombres lo son todo.

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Opinión

OPINIÓN | Milei, de criticar al Papa a recurrir a un predio de la Iglesia como el Luna Park para presentar su libro

La Casa Rosada consignó el día y la hora en el que se hará el evento sin consultar a los responsables del icónico lugar.

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La personalidad volcánica de Javier Milei constituye acaso su principal rasgo distintivo. De hecho -junto con su pelo arrevesado-, era un gran atractivo para los programas televisivos de debate. Rápidamente, parecía ganado por la ira cuando alguien osaba rebatir sus argumentos, ni ahorraba descalificaciones hacia aquellas personalidades que no pensaban como él.

Ni el propio Papa Francisco se salvó de sus diatribas hasta que en la campaña presidencial comenzó a recular y a pedirle disculpas. Y, sorpresivamente, terminó abrazando al pontífice durante la visita que le realizó como presidente.

Acaso la buena sintonía con el Papa -que le concedió más de una hora de reunión, un tiempo inusual para una visita oficial de un jefe de Estado como la que le realizó Milei- llevaron a pensar al presidente y a sus colaboradores más cercanos que no había que andar con tantos pruritos en la relación con la Iglesia.

Porque tras la revelación del mandatario de que no presentaría su último libro en la Feria del Libro porque considera que en ese ámbito “hay un nivel de hostilidad” a su persona, el gobierno anunció que se hará en el Luna Park antes de avisarles a quienes lo gestionan.

El Papa puso fecha para decidir su viaje al país y Javier Milei se ilusiona con recibirlo. (Foto: Reuters)
El Papa puso fecha para decidir su viaje al país y Javier Milei se ilusiona con recibirlo. (Foto: Reuters)

Ocurre que desde 2013 el mítico espacio porteño -que en sus inicios era principalmente un estadio de box, pero luego se abrió a otros deportes, a espectáculos y todo tipo de eventos- está en manos del arzobispado de Buenos Aires -cuya cabeza era hasta convertirse en Papa Jorge Bergoglio-, y la congregación salesiana. Es que la dueña del 95%, Ernestina Devecchi de Lecture, les cedió su parte. El restante 5% había quedado para las hermanas y sobrinos de Tito Lecture -la cara pública de los propietarios-, parte que la Iglesia terminó adquiriendo.

En el Luna Park no solo hubo sorpresa por el anuncio del gobierno sin haberse contactado con los responsables del predio, sino porque la Casa Rosada también consignó el día y la hora en el que se hará la presentación. ¿Y cómo se animó a tanto? La explicación que parece más plausible es que los colaboradores del presidente se fijaron en el calendario de actividades del estadio y se percataron que en torno a los días que estaban buscando aparecía libre la tarde del 22 de este mes. ¿Y si se estaba planeando algo o se cerraba por algún motivo?

Por otra parte, más allá de que -como en toda contratación- debe acordarse el costo del alquiler del predio y cómo deberá estar acondicionado, la presencia de un presidente de la Nación requiere de la previsión de ciertas medidas de seguridad con la consiguiente mesura. Porque en la noche de las elecciones legislativas de 2021, La Libertad Avanza tenía su búnker, precisamente, en el Luna Park, y cuando hablaba Victoria Villarruel, un hombre quiso subir al escenario, lo que provocó que un custodio amagara con sacar su arma: terminó despedido.

Más allá de que el Luna Park siempre estuvo abierto a todas las expresiones partidarias, sus responsables no se muestran muy contentos cuando el estadio es contratado por agrupaciones o figuras políticas. Aunque no sería el caso de la presentación de un libro de un presidente de la Nación -más allá de que se acuerde quienes accederán-, existe el temor de que pueda haber desórdenes y dañarse sus instalaciones. Además, no faltan candidatos que quieren abonar en negro, como uno de ellos en la última elección, rechazándoseles la modalidad.

Un simpatizante de Javier Milei en el búnker del Luna Park. (Foto: Télam).
Un simpatizante de Javier Milei en el búnker del Luna Park. (Foto: Télam).

Con 92 años de funcionamiento, el Luna Park está atravesado por numerosos acontecimientos de todo tipo que hicieron historia. Aparte de que deslumbraron boxeadores como José María Gatica, Oscar Bonavena, Nicolino Locche y Carlos Monzón, allí fue velado Carlos Gardel, se realizó el acto nazi más grande fuera de Alemania y se conocieron Juan Perón y Eva Duarte durante un evento para recaudar fondos por el terremoto en San Juan. En 1950 fue la sede del primer campeonato mundial de básquet.

Más acá en el tiempo, en 1975, se realizó el recital Adiós Sui Generis de despedida del dúo conformado por Nito Mestre y Charly García, en 1981 realizó dos actuaciones Frank Sinatra y en 1987 el Papa Juan Pablo II mantuvo un encuentro con los empresarios. Dos años después realizó allí su fiesta de casamiento Diego Maradona. El Circo de Moscú y Holiday On Ice fueron espectáculos característicos del Luna Park, en tanto que Ricardo Arjona rompió allí récords con 36 recitales.

Desde 2007 el Luna Park es Monumento Histórico Nacional, lo que implica que no puede ser modificada su fachada y su estructura. No obstante, el paso de los años determinó que exija una gran inversión para restaurarlo y equiparlo conforme a los avances tecnológicos. Ello llevó a la Iglesia a licitar la concesión del predio cuyos nuevos gerenciadores deberán asumir las obras necesarias, un proceso que concluirá con el anuncio de quien resultó elegido el primero de julio.

Mientras tanto, eventos como The Messi Experiencia o presentaciones a dúo de Abel Pintos y Luciano Pereyra, ocuparán el Luna Park hasta fin de año. Y si, finalmente, viene este año Francisco al país, quizá podría encabezar algún encuentro allí como el papa polaco. Por el momento, lo más notorio será la presencia de Milei presentando su libro.

Una presentación en el predio de la Iglesia promocionada con un afiche en el que se lo ve al presidente con guantes de box en posición de combate. Todo lo contrario al espíritu dialogante que anhela Francisco para la política argentina.

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