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Ataque en Moscú: una tragedia que golpea a Putin, en medio de tensiones políticas y sospechas de manipulación

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Este viernes mirábamos conmocionados las imágenes de lo que sucedía en una sala de conciertos en la región de Moscú. Faltaban unos minutos para que comenzara el show de la banda Piknik. Allí ya estaban concentrados buena parte de los asistentes. De un instante a otro, una explosión provocaba un incendio en el lugar mientras que un grupo de atacantes armados con fusiles de asalto abría fuego provocando una masacre que dejó un saldo de, hasta ahora, 133 muertos y más de 140 heridos.

El brutal atentado, que se atribuyó Estado Islámico (y se cree involucra a su rama conocida como ISIS-K), despierta interrogantes no solo sobre las responsabilidades, sino sobre cómo las autoridades rusas construirán, a partir de ahora, una narrativa para hacer frente al conflicto en curso en el vecino país, Ucrania.

En el mensaje del presidente ruso Vladimir Putin de este sábado, -que se esperaba antes-, hizo alusión a un castigo ante este “salvaje” ataque terrorista y señaló que algunos de los sospechosos planeaban pasar de Rusia a Ucrania, sugiriendo entonces que contaban con una ventana temporal para lograr lo que para cualquiera sería prácticamente imposible, considerando que el frente de batalla se despliega en buena parte de esa frontera.

En estos últimos días, pasaron algunos hechos de relevancia. Del viernes al domingo pasado, se dio un proceso electoral en Rusia, donde -para sorpresa de nadie- arrasó Vladimir Putin, quien tenía la victoria asegurada luego de cerciorarse de barrer con toda la disidencia.

La Comisión Electoral Central (CEC) de Rusia anunció los resultados finales de las elecciones y Putin ganó la reelección con el 87,28% de los votos. (Foto: AFP).
La Comisión Electoral Central (CEC) de Rusia anunció los resultados finales de las elecciones y Putin ganó la reelección con el 87,28% de los votos. (Foto: AFP).

En la antesala de las elecciones, semanas atrás, hubo una advertencia tanto de los Estados Unidos como del Reino Unido ante el riesgo de ataques de grupos extremistas que podrían perpetrados en territorio de Rusia. En una de las advertencias de la propia embajada norteamericana se les pedía a los ciudadanos directamente evitar grandes aglomeraciones, incluidos conciertos.

Estamos hablando aquí no de un trascendido, no de algo que dijo por lo bajo un funcionario, sino una comunicación ya oficial que hacía mención a la posibilidad de un atentado terrorista en una gran aglomeración de personas. Exactamente lo que sucedió.

Atentado en Moscú (Foto: Reuters)
Atentado en Moscú (Foto: Reuters)

Cuando se produce un hecho de estas características en un país como Rusia, es imposible soslayar que hay opacidad en términos comunicacionales. El Kremlin, que despliega un blindaje informativo, hace lo posible para impedir reportar sobre lo que está sucediendo en el país de manera exhaustiva e independiente. Por esto, surgen especulaciones de todo tipo. A esta hora, hay preguntas sobre por qué la advertencia fue ignorada, con teorías imposibles de aseverar en estas circunstancias. Andrei Serbin Pont, analista internacional, señala que hay elementos para descartar la hipótesis de que los llamados de atención fueron ignorados deliberadamente.

Sin embargo, destaca que lo que estamos viendo en términos del despliegue narrativo, tanto de Putin como de otras fuentes oficiales y no oficiales (propagandistas) del Kremlin, es un intento por encontrar un nexo con Ucrania para justificar un recrudecimiento de las hostilidades allí e incluso para movilizar a más ciudadanos en sus esfuerzos de guerra.

Esta semana, hubo algunos hechos muy resonantes en este contexto: un asedio muy fuerte contra la capital ucraniana, Kiev, y un ataque a la infraestructura estratégica, que impactó principalmente en el suministro eléctrico, con lo que significa para la población civil. Y si, al desgaste de dos años de una invasión a gran escala, con un golpe reciente de gran magnitud a la infraestructura crítica, se le sumara ahora un recrudecimiento de las hostilidades en los próximos días, el panorama podría ser realmente muy difícil para Ucrania.

Las imágenes del duelo en Moscú hablan de una población signada por un dolor inmenso. Es imposible e imprudente predecir lo que puede suceder en los próximos días, pero hay elementos ya para pensar que el Kremlin empieza a elegir una vía narrativa que involucra a Ucrania también en el entramado de este hecho traumático. Más allá de que Kyiv, con el respaldo de la Casa Blanca, niega rotundamente toda vinculación, los esfuerzos de Putin podrían estar concentrados en un relato que le sirva para acaparar más poder y seguir arrastrando a su propio pueblo a una guerra cada vez más cruel.

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Los “Barbie y Ken” asesinos: la trama detrás del matrimonio que salía a raptar adolescentes para violarlas

Paul Bernardo y Karla Homolka se enamoraron a primera vista y se hicieron inseparables luego de descubrir que compartían una obsesión por los crímenes más atroces. Su “amor” los llevó a paralizar una ciudad entera y a sembrar el horror entre las adolescentes.

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El 29 de junio de 1991, el cuerpo de Leslie Mahaffy fue encontrado descuartizado y envuelto en cemento al fondo del Lago Gibson cerca de la localidad de St. Catharines, en Ontario, Canadá. Tenía 14 años, era estudiante y la noche anterior volvía del velorio de un amigo que había muerto en un accidente de auto a principios de esa semana.

Los bloques de material en los que habían ocultado sus restos pesaban más de 90 kilos y solo gracias a los aparatos dentales de la joven, se pudo confirmar su identidad. En un principio, los investigadores sostuvieron que la adolescente había sido abusada sexualmente, torturada y asesinada, pero aún no tenían ni una pista de quién o quiénes podrían haberlo hecho.

Las dudas persistieron hasta que, un año después, el pacto de silencio que mantenía una joven pareja de casados se rompió y un historial de crímenes macabros salió a la luz.

Una historia de amor, sadismo y muerte

Paul Bernardo nació el 27 de agosto de 1964 en Scarborough, un barrio residencial ubicado en Toronto. Si bien creció siendo un chico feliz, amable y buen estudiante, todo cambió cuando se develaron dos secretos familiares: por un lado, descubrió que su padre había abusado sexualmente a su hermana durante años; y por otro, se enteró de que era hijo de otro hombre.

De esta manera, desarrolló un odio profundo hacia su mamá y empezó a maltratarla e insultarla en cada ocasión. El resentimiento del chico llegó a tal nivel que disfrutaba de humillar y golpear a mujeres en público. Sin embargo, no fue hasta que entró a estudiar en la universidad que inició su perversión. Allí, cometió su primer abuso hacia una joven de 21 años, a quien violó frente a su propia casa.

Luego de descubrir dos secretos familiares, Paul Bernardo comenzó a atacar mujeres. (Foto: Global News)
Luego de descubrir dos secretos familiares, Paul Bernardo comenzó a atacar mujeres. (Foto: Global News)

Desde ese entonces, llevó un mismo y escalofriante modus operandi: elegía chicas de entre 15 y 21 que volvían solas a sus casas y las seducía haciéndose pasar por un vendedor, luego las golpeaba y las llevaba hasta un lugar oscuro para cumplir con sus fantasías de sadismo.

Los ataques se hicieron frecuentes y la sospecha de la Policía comenzó a surgir, ya que ocurrían en una misma zona y de una manera similar. Incluso, llegaron a interrogar a Paul, pero logró manipular a los investigadores y salir ileso de las acusaciones. En esa época, lo apodaron como “el violador de Scarborough” y las autoridades emitieron una alerta para “no confiar en nadie”, debido a que se trataba de un individuo que podía pasar desapercibido en la sociedad. Bernardo sembró el terror entre las jóvenes de esos años y la ciudad entera quedó paralizada.

No fue hasta el 17 de octubre de 1987 que Paul conoció a Karla Homolka en un restaurante y fue “amor a primera vista”. Ambos se volvieron inseparables y descubrieron que tenían una gran química. Sin embargo, todo cambió cuando se dieron cuenta de que compartían las mismas perversas fantasías sexuales: la humillación y la violencia física.

Karla Homolka y Paul Bernardo se pusieron de novios en 1991 y juntos comenzaron a llevar a cabo una serie de crímenes atroces. (Foto: La Vanguardia)
Karla Homolka y Paul Bernardo se pusieron de novios en 1991 y juntos comenzaron a llevar a cabo una serie de crímenes atroces. (Foto: La Vanguardia)

Una vez en pareja, Bernardo continuó con los ataques bajo el consentimiento de su novia, pero lo peor llegaría después de que se comprometieran en matrimonio. Con el tiempo, Paul se aburrió del modus operandi que llevaba a cabo para cometer los abusos y Homolka, para complacerlo, le ofreció escalar a un nivel aún más perturbador: le entregó a su hermana menor Tammy, que tenía 15 años y aún era virgen, un dato que obsesionó a su futuro esposo.

En paralelo, la Policía seguía investigando los pocos e indescifrables rastros que dejaba “el violador de Scarborough” y, gracias al testimonio de la mujer de uno de los amigos de Paul que sugirió la sospecha en contra de él, lo llamaron a declarar una vez más. Pese a ello, él sabía las tácticas exactas para liberarse y, antes de que hicieran cualquier acusación, se ofreció a hacerse una prueba de ADN, lo cual llevó a los policías a descartarlo de la lista de posibles agresores. Recién dos años más tarde, esos resultados develarían la verdad.

Después de que Paul “limpiara su imagen”, la pareja continuó con los planes de atacar a Tammy. En principio, solo la iban a drogar para que no recordara nada y para evitar cualquier tipo de resistencia. Para esto, Homolka se robó un anestésico de la clínica veterinaria en la cual trabajaba en aquel entonces.

Como acto seguido, esperaron a la noche del 23 de diciembre de 1991 para visitar a la familia de Karla y así festejar la Navidad. Si bien parecía que había un clima festivo, los “Barbie y Ken asesinos” -como fueron apodados más tarde por su apariencia- estaban por llevar a cabo uno de los actos más atroces: mientras él distraía a los padres con una charla interesante, ella servía el tranquilizante en una bebida que le daba a su hermana. Hacia el final de la fiesta, cuando todos se fueron a dormir, la atacaron.

Bernardo y Homolka fueron apodados como los "Barbie y Ken asesinos". (Foto: News 18)
Bernardo y Homolka fueron apodados como los «Barbie y Ken asesinos». (Foto: News 18)

Al darse cuenta de que la sustancia no fue suficiente, Karla roció un trapo con un sedante y se lo llevó contra la boca y la nariz de la adolescente para adormecerla por completo. Una vez desmayada, la arrastraron hasta el sótano, la desnudaron y Paul comenzó a agredirla sexualmente. Por su parte, Homolka se encargó de grabarlo todo, sin darse cuenta de que la víctima se estaba ahogando en su propio vómito. En pocos minutos, la joven murió y el plan “se les fue de las manos”.

Para ocultar el crimen, la pareja limpió la escena y llevó el cuerpo hasta su habitación para luego llamar al 911 y avisar a los padres. Luego de que los médicos llegaron a la casa, se concluyó que la muerte fue a causa de una asfixia provocada por el vómito que, a su vez, se debía a un elevado consumo de alcohol. La dramática situación no trajo más sospechas y todos continuaron con sus vidas.

Un pacto de silencio y una traición

La sed de sadismo no cesó con la muerte de Tammy. A tan solo dos semanas de su velorio, Karla y Paul fueron por su siguiente objetivo: secuestraron a una nena a la que llamaron “la niña de enero”, por el mes en el que la atacaron, la violaron y lo registraron en video. A ella, la abandonaron en una zona cercana al Lago Gibson, una ubicación que luego sería clave para incriminarlos.

Los abusos continuaron así como su estrategia para pasar desapercibidos. Para ese entonces, la ciudad estaba sumida en el terror y, a pesar de que las jóvenes tomaban precauciones, había veces que los agresores lograban lo que buscaban. Esto fue lo que le pasó a Leslie Mahaffy, una adolescente de 14 años que volvía del funeral de uno de sus amigos que había muerto en esa misma semana a causa de un accidente. Al querer entrar a su casa, se dio cuenta de que no tenía las llaves y no quería despertar a sus papás. Fue ahí que conoció a Paul.

En la conversación, Bernardo encontró la forma de seducirla y manipularla al punto de hacerla entrar a su auto. Allí la golpeó y se la llevó hasta su casa, donde Karla la esperaba ansiosa por llevar a cabo otro crimen escalofriante. Durante esa noche, ambos la abusaron sexualmente y la terminaron estrangulando con el cable de un teléfono. Si bien ya habían llegado demasiado lejos, decidieron escalar a un siguiente nivel: descuartizaron su cuerpo, lo metieron en varios bloques de cemento y lo tiraron al Lago Gibson, lugar en donde descartaban a sus víctimas con frecuencia.

Al mismo tiempo que Karla y Paul se casaron, la Policía encontró el cuerpo de Leslie Mahaffy en el Lago Gibson. (Foto: La Vanguardia)
Al mismo tiempo que Karla y Paul se casaron, la Policía encontró el cuerpo de Leslie Mahaffy en el Lago Gibson. (Foto: La Vanguardia)

Así, el mismo día en el que Bernardo y Homolka celebraron su casamiento, el cuerpo de Leslie fue descubierto por la Policía, aunque sin lograr encontrar ninguna pista que diera con el paradero de los culpables. Más tarde, lograron corroboran su identidad a través de una pericia a su dentadura.

Increíblemente, ambos siguieron cometiendo secuestros y abusos, hasta que el 27 de diciembre de 1992 algo entre ellos dos se rompió. Paul había empezado a golpear a Karla con frecuencia, pero ese día la agresión llegó a tal punto que terminó internada en el hospital. Ella, al saber que ya no había marcha atrás, se mudó con sus padres nuevamente y denunció a su marido por violencia de género. A pesar de que las autoridades lo detuvieron, fue puesto en libertad en cuestión de horas.

A principios de 1993, finalmente llegaron los resultados de la prueba de ADN a la que Bernardo se sometió dos años antes. Todo coincidía con el perfil del “violador de Scarborough”, por lo que los investigadores decidieron hablar con Homolka en busca de más pistas que lo incriminaran. En un acto de traición, la mujer rompió el pacto con su exmarido y confesó todo con la condición de que ella pudiera acceder a la máxima inmunidad posible en el juicio. Luego del acuerdo, Paul fue detenido tras haber sido acusado de haber violado a 33 mujeres.

El cuerpo de Leslie Mahaffy fue identificado gracias a una pericia que se le realizó a su dentadura. (Foto: La Vanguardia)
El cuerpo de Leslie Mahaffy fue identificado gracias a una pericia que se le realizó a su dentadura. (Foto: La Vanguardia)

La Justicia condenó a Karla a 12 años de prisión, por el trato que había hecho con la Policía a cambio de su confesión, mientras que Paul fue sentenciado a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional por al menos 25 años, la cual continúa cumpliendo en una celda de aislamiento en la Penitenciaría de Kingston, ubicada en Ontario, Canadá. Desde ese entonces, nunca pidió perdón ni se mostró arrepentido.

Ella salió en libertad el 4 de julio de 2005, ya que, durante su estadía en la cárcel, se mostró como una presa “ejemplar”. Al salir, pidió disculpas frente a la prensa y se justificó diciendo que vivió “una situación en la que no era capaz de pedir ayuda y en la que estaba completamente trastornada”. Aseguró haber sido manipulada por su exmarido y dijo que tenía “miedo a ser abandonada”.

Luego de ello, se cambió el nombre tres veces, se casó, tuvo tres hijos y trabajó como voluntaria en una escuela de Montreal, aunque en 2017 se difundió su verdadera identidad y tuvo que abandonar la institución. Hoy, continúa en libertad.

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