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La posibilidad de rediseñar la vida: una nueva alianza con nosotros mismos

¿Por qué animarnos a contarnos nuestra historia desde una mirada más justa y más benevolente puede ayudarnos a construir un mejor presente y una nueva posibilidad de futuro?

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El pasado no existe, ya pasó. Lo que sí existe en cada uno de nosotros es la historia que nos contamos sobre él. Ese relato es una construcción, no es lo real y por eso se puede modificar. Darnos la posibilidad de trabajar sobre nuestra biografía personal, sobre cómo nos contamos las experiencias que nos sucedieron, animarnos a hacernos algunas preguntas y encontrar una forma diferente de responderlas desde quienes somos hoy, puede ayudarnos a crear una nueva forma de identidad, una nueva posibilidad de vincularnos de una manera diferente con el presente”, me explica Sol Rivera, psicóloga especializada en neurociencias.

Desde hace mucho tiempo quería escribir acerca de las oportunidades que tenemos para rediseñar nuestra vida a partir de animarnos a contar nuestra propia historia desde una mirada más benevolente, más justa y más compasiva con aquello que fuimos. A medida que podemos hacerlo, quienes somos hoy en este presente, también se transforma y así, quizás, para muchos de nosotros se abran posibilidades de crear nuevos futuros.

En sincronía con esta intención, recibí Yo soy así. Acortar la brecha entre quien soy y quien demuestro ser el libro que acaba de publicar Sol Rivera y junto con ella, compartimos una profunda conversación sobre estos procesos. Con compromiso y amorosidad, Sol comparte algunas de las ideas más importantes que desarrolla en su libro.

– La historia que nos contamos ¿nos abre o nos cierra posibilidades?

– La construcción que hacemos sobre nuestra historia está moldeada por aquello que nos dijeron otras personas, “los otros significativos” con quienes compartimos nuestra vida. Esas creencias, opiniones, mandatos y sus formas de ver la vida impactaron en nosotros y en cómo creemos que somos. La manera en que nos contamos nuestro pasado, también está condicionada por la forma en que lo miramos y nos miramos, sobre lo que podemos sentir respecto a ello y por las respuestas que encontramos para organizar internamente lo que vivimos. Todo esto no es juzgable, no está ni bien ni mal, pero sí lo podemos transformar. Cuando empezamos a tomar conciencia sobre estos relatos, necesitamos hacernos una pregunta inicial: “Las historia que nos contamos sobre quienes somos y sobre las experiencias que tuvimos, ¿nos abren o nos cierran posibilidades?

Podemos crear una nueva alianza con nosotros mismos partiendo de la aceptación profunda de que somos los únicos artífices de nuestra vida.

Hacernos preguntas, los otros significativos: sin historia no hay identidad

¿Quién soy? ¿Con qué me identifico? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Cómo llegué hasta aquí? Muchos de nosotros nos hacemos estas preguntas de forma permanente. Otros permiten que emerjan cuando atraviesan situaciones límites en su vida.

“Cuando empezamos a cuestionar la forma en que respondemos esas preguntas, podemos iniciar un proceso de transformación para reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestra historia y con aquello que nos tocó vivir, donde cada uno hizo lo que pudo. “La aceptación profunda del vínculo que estoy teniendo hoy conmigo es fundamental. Necesitamos dejar de pelearnos con nuestro pasado. La transformación sucede después”, afirma Sol Rivera. “Cuando aceptamos que hicimos lo mejor que pudimos con los recursos, el contexto y el nivel de conciencia que teníamos en ese entonces, hoy, como adultos podemos hacer otra cosa con esas historias que nos contamos”.

La diferencia entre autoestima y autoconcepto

“Iniciar un proceso para identificar cuáles son esos relatos que fuimos construyendo a través de esos otros significativos necesita que seamos capaces de observar cómo nos tratamos hoy. Cada uno de nosotros tiene un autodiálogo, nos decimos cosas todo el tiempo y muchas veces no somos conscientes de eso que nos decimos y de cómo nos relacionamos con nosotros mismos”, explica Sol.

“La diferencia entre autoestima y autoconcepto es fundamental para trabajar la relación con nosotros mismos. Muchas personas piensan que se llevan bien consigo mismas porque tienen un buen autoconcepto. Piensan bien, creen que son capaces, que tienen posibilidades, que son buenas personas, comprometidas y honestas. Pero la autoestima no se relaciona con estos pensamientos, sino con cuánto nos queremos y cómo nos tratamos, y esto se ve con claridad en nuestros hábitos, en el autocuidado, en la priorización de lo que necesitamos, en cuánto validamos lo que sentimos, en lo pequeño. Cuando achicamos la brecha entre la imagen pública y quienes somos en verdad y podemos estar a gusto con eso, es cuando el autoconcepto se disuelve en la autoestima”.

(Foto: Adobe Stock)
(Foto: Adobe Stock)

“La transformación de todos estos hábitos, creencias, diálogos internos y la posibilidad de resignificar nuestra historia para vincularnos de una forma diferente con el presente, no sucede de un día para el otro y tampoco es suficiente cambiar las palabras y los conceptos. Para lograr cambios reales necesitamos trabajar las emociones, nuestras posiciones y muchas veces, este proceso necesita ser acompañado por un terapeuta, especialmente cuando necesitamos resolver traumas y aspectos que aún no están en nuestra conciencia”, agrega.

Sol Rivera, que además se especializa en psicología sistémica y conductual, profundiza sobre este proceso un poco más: ”A lo largo de nuestra vida vamos construyendo personajes, máscaras, corazas. ¿Para qué? Para sobrevivir, para poder afrontar las distintas circunstancias y realidades que nos tocan. Estas estrategias, que nos ayudaron en ciertos momentos, se vuelven perjudiciales cuando nos olvidamos de quiénes somos. Lo que nuestro cerebro aprendió que era funcional para enfrentar ciertas circunstancias de forma concreta y simbólica son aquellas “formas de ser y de reaccionar” que luego seguimos aplicando en automático. Sin embargo, aquello que nos resultó funcional alguna vez, no necesariamente es algo valioso para nuestro presente”, explica Sol Rivera. Ella asegura que todos nos merecemos trabajar la relación con nosotros mismos y es por eso que escribió Yo soy así.

“Empezar a hacer conscientes aquello que nos fuimos diciendo y construyendo puede ayudarnos si realmente queremos modificar algo. Si nos escudamos detrás de este ´’yo soy así’ y encontramos excusas y explicaciones para seguir reaccionando tal como aprendimos alguna vez, nos resignamos a una vida que no queremos y no nos damos la posibilidad de cambiar”

Humildad ontológica

A Sol Rivera le gusta decir que es una apasionada del servicio para la transformación de las personas. Con ese compromiso y entusiasmo trae a nuestra conversación dos ideas fundamentales. “Muchos de nosotros no sabemos tratarnos, somos demasiado duros. Nos tratamos como nos trataron. Cuando empezamos a descubrir que podemos relacionarnos con nosotros mismos de otras maneras, se inicia un proceso. La aceptación de no saber cómo hacerlo es un paso fundamental porque nos abre a la curiosidad, a la exploración y a un real aprendizaje, explica y suma otra afirmación muy importante para este proceso de rediseño de uno mismo. “No somos nuestras circunstancias y tampoco somos nuestros resultados. Si ganamos no somos buenos y si perdemos no somos malos. Somos mucho más que eso porque la mayoría de las cosas no dependen solo de nosotros. Esto se llama humildad ontológica, es la humildad en la experiencia de mi existencia. Podemos empezar un proceso de mejora, pero no podemos controlar los resultados porque no todo depende de nosotros”.

Una nueva alianza con nosotros mismos

“El gran desafío en este rediseño es poder empezar a hacernos preguntas y a cuestionarnos eso que nos dijeron sin juzgar si esto está bien o si está mal. Lo importante es poder preguntarnos si eso nos abre o nos cierra posibilidades en relación con quién sentimos que somos en realidad y a la vida que nos gustaría tener.

Podemos crear una nueva alianza con nosotros mismos partiendo de la aceptación profunda de que somos los únicos artífices de nuestra vida. Nos van a seguir pasando un montón de cosas que no vamos a elegir, pero sí podemos elegir cómo vincularnos con ellas. Es ahí donde podemos ejercer nuestra responsabilidad y nuestra libertad.”

Que así sea.

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Bienestar

Hipertensión, el enemigo silencioso que afecta a uno de cada tres adultos

Se estima que la enfermedad afecta a uno de cada tres adultos en la Argentina y es el principal factor de riesgo cardiovascular.

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La hipertensión arterial es una enfermedad común y tratable que afecta a todo el sistema de vasos sanguíneos y que se produce por el aumento, sostenido en el tiempo, de la presión arterial, es decir, de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. Se habla de presión alta cuando los valores están por encima de 140 y/o 90 milímetros de mercurio (mmHg).

En la Argentina, se estima que una de cada tres personas adultas sufre de hipertensión arterial. Los efectos pueden ser devastadores a largo plazo: infarto de corazón, accidente cerebrovascular, daños renales y demencia. Este 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Hipertensión, una fecha en la que se busca generar conciencia en torno a esta afección y fomentar los esfuerzos para prevenirla, diagnosticarla y controlarla.

La presión arterial debe controlarse durante el embarazo. (Foto: Adobe Stock)
La presión arterial debe controlarse durante el embarazo. (Foto: Adobe Stock)

A nivel internacional, casi la mitad de los adultos hipertensos desconoce su condición y solo uno de cada cinco tiene bajo control el problema. Así lo asevera la Organización Mundial de la Salud (OMS), que asimismo destaca que la hipertensión es una de las causas principales de muerte prematura en el globo.

Por qué la hipertensión aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón

“La hipertensión provoca que el corazón deba trabajar forzado todo el tiempo”, indicó el doctor Sebastián Obregón (M.N 97.825) jefe del Centro de Hipertensión Arterial y Envejecimiento Cardiovascular del Hospital Universitario Austral, quien añadió: “Es como andar en bicicleta siempre cuesta arriba: el corazón lo logra, pero hace un esfuerzo inmenso que desgasta sus mecanismos hasta que, finalmente, claudica”.

El especialista explicó además: “El corazón primero se refuerza, o sea, entrena como si hiciera pesas, pero finalmente los músculos se agotan y sobreviene un desgaste de la estructura que hace que se dilate y pierda efectividad. Es como si nuestras piernas que empujan la bicicleta ya no tuvieran la fuerza necesaria; y lo que sobreviene entonces es la insuficiencia cardíaca”.

Factores a tener en cuenta que provocan la hipertensión arterial

Hoy ya sabemos que la genética está involucrada, pero al ser una enfermedad tan prevalente, que afecta a casi 1.500 millones de personas en todo el mundo, es difícil pensar que únicamente los genes sean determinantes. Claramente, hay una relación causal con el consumo de sodio, una sustancia que -al interactuar con el calcio- provoca que las arterias se contracturen.

La ingesta excesiva de sodio también afecta a las bacterias que están en nuestro intestino y nos protegen de la inflamación, además de acelerar las funciones del cerebro, y provocar estrés interno. Otra causa de hipertensión es el sedentarismo, por eso el médico destacó que “cuando una persona hace actividad física, la cantidad de vasos sanguíneos abiertos y activos es mayor, entonces el mismo volumen de sangre se reparte en una mayor superficie y baja la presión”.

Medirse la presión arterial es importante para controlar la salud cardiovascular. (Foto: Adobe Stock)
Medirse la presión arterial es importante para controlar la salud cardiovascular. (Foto: Adobe Stock)

También el sobrepeso y la obesidad son factores que inciden, ya que “obligan al corazón a hacer más fuerza para repartir más sangre en un cuerpo de tamaño aumentado, lo que provoca un alza en el choque de cantidad de sangre sobre las paredes de las arterias y, por tanto, de la presión arterial en el sistema”. El estrés crónico, la contaminación ambiental y la contaminación acústica son otras causas de hipertensión, al igual que los cambios bruscos de temperatura, algo cada vez más importante en la Argentina por la alteración de nuestro clima subtropical.

“Decimos que la tensión alta es la gran simuladora de problemas porque no da ningún síntoma específico”, señala Obregón. De hecho, la mayor parte del tiempo no hay sintomatología y, por esta razón, la enfermedad puede pasar desapercibida durante muchos años. Algunos malestares frecuentes, producto de la hipertensión, son: falta de aire al realizar ejercicio, cansancio, dolor torácico, dolor de cabeza intenso, latidos cardíacos irregulares, cambios en la visión, y otros.

Sugerencias para prevenir la hipertensión

Una de las principales recomendaciones es reducir el consumo de sodio, algo clave en la Argentina, donde se consume el triple de sodio recomendado para evitar la hipertensión arterial. Otras estrategias para la prevención son mantener un peso saludable y realizar alguna actividad física de manera diaria, aeróbicas -que permiten que los músculos consuman adecuadamente la energía acumulada a partir de azúcares y grasas- y de fuerza -para el desarrollo muscular-.

No olvidemos que, además, las actividades deportivas tienen el beneficio adicional de la sociabilidad que, a largo plazo, también aumenta la sobrevida de los pacientes con patología cardiovascular, dijo el médico, quien manifestó que las personas mayores de 16 años deberían tener un control de presión arterial anual, ya sea por auto medición o a través de un agente de la salud, a los fines de saber cuál es su situación clínica. “Es realmente alarmante el nivel de desconocimiento que tienen las personas sobre su propia presión arterial”, aseveró.

Al respecto, advierte que el Centro de Hipertensión Arterial del Hospital Universitario Austral cuenta con una enfermera-docente, Zaira Alvarenga, que junto con los médicos genera contenidos educativos para que los pacientes puedan llevar adelante el seguimiento y control adecuados de su presión arterial. “Hoy en día es sumamente importante que el paciente se involucre activamente en su gestión de salud, auto monitoreándose con un equipo automatizado y validado internacionalmente”, concluyó Obregón.

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